Un vacío inunda de un soplo mis días.
Revivo con tan solo un cerrar de ojos cada uno de los instantes que pase sentada junto al mar.
Cada uno se hacen ahora inigualables e irrepetibles.
Instantes de una vida que me recuerdan que todo es tan efímero como el palpitar de una estrella fugaz.
Hoy solo quedan los recuerdos de un ayer que a tientas caminaban sin saber que un día su final llegaría. Dando paso a su futuro, guardó cuidadosamente todos y cada uno de los momentos en los que un día sonrió.
Y esos son ahora los que vienen con cada suspiro a mi mente; son esos los que ahora hacen palpitar mi corazón.
Un corazón frágil y repleto de emociones de un pasado fortuito y de un presente aventurado.
Miedos y esperanzas invaden un cuerpo cansado de luchar en las batallas del corazón.
Gritan a lo lejos los pasos erróneos, los abrazos no dados, las palabras no dichas, los silencios eternos con canciones de fondo. Miradas esperanzadas que rompieron en lágrimas.
Correr, sin mirar atrás, intentando no romper ese frágil corazón de cristal.
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