Que difícil es saber que es tan sencillo alcanzar la felicitad plena pero ser incapaz de atraparla con tus manos.
Sientes que lo que tu corazón ve con tanta claridad tu mente no lo comprende.
Cierras los ojos e imaginas tu mundo repleto de esas cosas que te hacen soñar y sonreír.
Sientes que tus ojos brillan al recordar lo que un día tuviste tan cerca y de pronto se esfumó.
Temes a cada segundo que el tiempo corra demasiado rápido, que termine con tus fuerzas y tus esperanzas.
Hay algo en ti que resurge cada mañana, que te dice: hoy será un gran día.
Existe una fuerza en lo profundo de tu corazón que te mantiene vivo, que te eleva y te hace seguir soñando.
No temes la caída, no temes el dolor, solo temes perder lo que tan cerca ves, lo que tanto necesitas.
Reúnes todas las fuerzas y estiras tu mano.
Está tan cerca que sonríes pero levantas la vista y ves un muro. Un inmenso muro de cristal.
¿Por qué? pregunta tú corazón.
Tu mente se vuelve triste y responde: no tengo la respuesta.
Y a pesar de los tropiezos, a pesar de que se nubla todo tu mundo al caer el día, mantienes las esperanzas al ver el Sol.
Porque sabes que con una simple sonrisa, tu mundo se para y loco, comienza a girar en sentido contrario.
Y te das cuenta que todos los tropiezos han tenido un sentido.
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